La lepra es una infección crónica por lo general causada por la bacteria Mycobacterium leprae o Mycobacterium lepromatosis. Daña principalmente los nervios periféricos (los nervios localizados fuera del encéfalo y de la médula espinal), la piel, los testículos, los ojos y las membranas mucosas de la nariz y la garganta. La lepra puede ser leve (afectación de una o algunas áreas dérmicas) o grave (afectación de varias áreas dérmicas y daño en diversos órganos). Aparecen erupciones y nódulos, las zonas afectadas se entumecen y puede sufrirse debilidad muscular. Los síntomas sugieren el diagnóstico, que se confirma mediante biopsia del tejido afectado. Los antibióticos pueden parar la progresión de la lepra, pero no pueden revertir ningún daño neurológico ni deformidad Otros hongos tales como Aspergillus y Candida, bacterias tales como Staphylococcus aureus, Streptococcus pneumoniae, y Haemophilus influenzae, y virus como el citomegalovirus y el virus del herpes simple también causan neumonía en personas con un sistema inmunológico debilitado.
- Las personas con lepra no tratada se desfiguran visiblemente y a menudo tienen una discapacidad significativa, por lo que durante mucho tiempo han sido temidas y rechazadas por el resto de la gente. Si bien la lepra no es altamente contagiosa, rara vez causa la muerte y puede tratarse de forma eficaz con antibióticos, aún en la actualidad lleva asociado un estigma social considerable. Como consecuencia, las personas con lepra y sus familias suelen sufrir problemas psicológicos y sociales. n el 2020 se declararon 159 casos nuevos en Estados Unidos.
Más del 70% de los casos ocurrieron en seis estados: California, Florida, Hawái, Nueva York, Texas y Louisiana. Muchos de estos casos ocurrieron en personas de los estados del sur que tenían contacto directo con armadillos de nueve bandas, que transportan bacterias de la lepra. La lepra puede aparecer a cualquier edad. La edad avanzada es un factor de riesgo para la lepra, pero la infección parece desarrollarse con mayor frecuencia en personas de 5 a 15 años o de más de 30 años. Se estima que la mayoría de los individuos expuestos al Mycobacterium leprae no presentan la enfermedad porque su sistema inmunitario combate la infección. Las personas que desarrollan la lepra pueden tener genes que favorezcan su propensión a contraerla después de exponerse a ella.
Transmisión de la lepra
La lepra puede contagiarse de persona a persona a través de las gotitas expulsadas por la nariz y la boca de la persona infectada, que son inhaladas o tocadas por otra persona no infectada. Pero incluso después del contacto con la bacteria, la mayoría de las personas no llegan a desarrollar la lepra. Alrededor de la mitad de las personas con lepra probablemente la adquirieron mediante un contacto estrecho y prolongado con una persona infectada; los contactos casuales y cortos no parecen transmitir la enfermedad. De hecho, la lepra no se contrae por un simple contacto con alguien que padezca la infección, en contra de lo que comúnmente se cree. Los profesionales de la salud a menudo trabajan durante muchos años con personas que tienen lepra sin desarrollar la infección. Los armadillos son la única fuente de transmisión confirmada además de las personas, aunque puede haber otras fuentes animales y medioambientales que actúen como transmisores.